En mi familia, uno de los grandes problemas que se han padecido es una negación obstinada y absurda a la muerte. Se asume con alguna resignación, pero se procura no “invocarla” de ninguna manera, ya sea por previsiones de salud, por compra de paquetes funerarios o por preparar testamentos. Es el síndrome del bebé que se cubre los ojos para esconderse. Yo también lo hago, aunque con trampa.
Y de pronto, otro pugilato internacional mete más ruido en nuestra cotidiana confusión. Ahora el Parlamento de la Unión Europea hace “recomendaciones” a México, y el presidente López le responde con un pregón desparpajado. Pero… A ver, ¿de qué se trata esto?
Hace tiempo tuve un compañero de trabajo que se llamaba Isabel, a secas, sin esa precisión tan común en la onomástica tradicional que era anteponer un “José” (es mi caso)
Hace algunos siglos, don Conón de Capadocia escribió una historia que si no fuera la incipiente preceptiva literaria de la época, sería un clásico de la literatura de terror. Don Conón contó la historia de un joven cazador beocio llamado Narciso, que era insoportablemente bello. Otro joven, Aminio creo se llamaba, se enamoró del cazador, pero fue rechazado.
Cuando Enrique Peña Nieto propuso una reforma sobre energéticos, un grupo de partidos se sumó alegremente apoyándola. Aquella reforma fue…, es un fraude a la nación y una traición a los ciudadanos. Las promesas que ilusionaron a la gente sobre gasolina y electricidad accesibles, fueron el caramelo de plástico que nos chupamos todos y que, de no tener sabor, ya sabe perfectamente amargo.
Ya hace muchos años que me divorcié de Erató, hasta me da nostalgia. En realidad era un amasiato, pero mi ahora “ex” siempre ha sido una musa muy clásica-medio-aspiracionista y cuida mucho las formas, por eso pidió divorcio
Una de las cosas más difíciles de lograr es la coexistencia vecinal sin incidentes. Lo más sano es no involucrarse más allá de la cortesía y el comedimiento básicos. Una taza de azúcar, un par de jitomates, las pinzas de presión, el número de teléfono de los tacos… Estos detalles mínimos mantienen una razonable relación, sazonada con el saludo oportuno y una eventual y breve charla sobre el clima.
Hace años tuve una discusión creativa y amigable con mi extrañado y querido Ricardo Espinosa (“¿Cómo dijo?”, “En la punta de la lengua”). Surgió por la proliferación del gentilicio “regio” para los “regiometropolitanos”
En teoría la información emitida por cualquier medio debe ser coincidente y los datos similares. La única distinción entre un medio y otro debe ser el estilo y la abundancia o escasez de datos. Ni el funcionario ni el periodista deberían decir otra cosa que no sea la verdad, a unos los obliga la ley y a los otros la ética. Si ambos respetaran eso, insisto, todos dirían lo mismo, aunque de diferente forma.
Un ex maestro y amigo, tenía debilidad por la historia del Imperio Bizantino. Tal vez porque su madre se llamaba Irene y, bueno, la verdad no era muy feliz la referencia.