En memoria de Salvador Novo | Por Eloy Garza

Al terminar su jornada, Novo salía a la calle Donceles, vestido de china poblana, en pos de ruleteros, albañiles y gendarmes (“Que los sabios disponen de mi día/ y me aguarda en la noche clamorosa/ la renovada sed de un policía”). Sus memorias eróticas, qué tituló “La estatua de sal”, son un canto a la liberación gay con un poderío estético muy vigente.