A mis colegas periodistas de El Horizonte

Eloy Garza González

Hace días platicaba con mi colega periodista de El Horizonte Óscar Tamez, amigo mío, sobre lo difícil que es publicar un artículo diario. Cosa que se complica para Óscar porque además es historiador o para Luis Gerardo Treviño quien además es activista social. 

Un siglo y medio antes que nosotros, el poeta y periodista mexicano Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895) también se quejaba de escribir todas las noches para un periódico. 

Este oficio le restaba horas a Manuel para entregarse a su obra literaria y escribir sus poemas que habrían de inmortalizarlo en vida. “Yo, el que ha dilapidado sus dones en la velocidad de las colaboraciones periodísticas” escribía en uno de sus textos. Y concluía lapidario: “el periodista crea para el olvido”.

Tiene razón, pero sólo en parte. La forma del artículo de prensa está destinada a cubrir la coyuntura, a aprehender lo transitorio: el texto periodístico caduca al día siguiente de publicado. 

Pero en el fondo, Gutiérrez Nájera se quejaba sin motivo. Porque precisamente los artículos se escriben para caducar: buscan hilvanar los hechos inmediatos a fin de interpretarlos para un lector siempre con prisa, que espera enterarse cuanto antes de los asuntos públicos; lo que tardaba “el tren para llegar al paradero”, en tiempos de Gutiérrez Nájera y en nuestra época, lo que tarda un usuario en pasar a otro post. 

¿Tiene menos calidad un artículo de prensa que un texto literario? No: son géneros diferentes; no pueden compararse. Sobre esto, un periodista regiomontano me decía mitad en broma, mitad en serio, que él tiene “asalariadas a sus musas”. En otras palabras, el periodista no puede someterse a los caprichos de la inspiración, lujo exclusivo de poetas como Gutiérrez Nájera. Los artículos de prensa tienen “vida de hotel” y a causa de su rapidez, suelen ir “mal vestidos, mal peinados (…) cansados siempre de sus correrías”.

Gutiérrez Nájera consiguió su inmortalidad literaria (pese a que ahora no lo lee casi nadie), gracias a que era un estupendo cronista de su época, un periodista con las antenas bien levantadas y un estilista fino y, en muchos párrafos, sublime.

Y voy más lejos: Gutiérrez Nájera ha sido uno de los mejores periodistas de México porque leía a los clásicos. Y es uno de los poetas mayores de México porque sabía detectar la sensibilidad del instante; es decir, por su vocación de periodista. 

En ambas disciplinas perseguía el mismo objetivo: dar información con amenidad y buena prosa, sobre todo a aquellos lectores que “si no leen un periódico o una revista, no leerán nada”, como dice en su artículo El periodismo moderno.

Gutiérrez Nájera educó a una sociedad analfabeta, donde la letra se subordinaba a las imágenes del grabado, las litografías y los santorales. 

Ahora, el periodismo es un medio para formar opinión en una sociedad analfabeta funcional, donde la letra es avasallada por los memes de las redes sociales.

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