¿Aplaudimos o condenamos a Will Smith por golpear a Chris Rock?

Eloy Garza 

¿Qué debió hacer Will Smith después de que Chris Rock se burlara de la alopecia de su esposa? 

Les diré lo que debió hacer: levantarse de su asiento, exigir respeto para su pareja, salirse de la ceremonia. Y sobre todo: negarse a recibir el Oscar. Ese sí sería un acto de valentía. 

¿Hubiera terminado con su carrera? Sí. Pero defender a la pareja bien vale ese riesgo. No olvidemos que en toda valentía subyace algo más valioso: la dignidad. 

En vez de eso, Will Smith le soltó un inesperado golpe (mal dado por cierto) a Chris Rock. Sorprender al otro con un puñetazo es una cobardía. Así de simple. 

Frente a Will Smith y Chris Rock les recuerdo lo que hizo Marlon Brando cuando le otorgaron la estatuilla como Mejor Actor por su Vito Corleone en El Padrino.  

Los dos hechos no son comparables en ningún aspecto, pero sí arrojan enseñanzas muy distintas que me gustaría subrayar. 

Marlon Brando no se paró en la ceremonia. Fue en su representación Saachen Littlefeather. La mujer tomó la estatuilla, se las regresó a los miembros de la Academia y dio un mensaje en defensa de los indígenas de EUA, sujetos de burla y casi siempre vueltos los malos en las películas de Hollywood. 

Fue la primera mujer en valerse de los Premios Oscar para emitir una declaración política en aquellos tiempos (años 70) cuando esos gestos públicos estaban prohibidos. 

Por supuesto, recibió el abucheo del público, la burla de casi todos los presentes y que la bajaran de mal modo entre varios agentes de seguridad.   

Años después, Saachen recordó la anécdota en una entrevista: “No usé mi puño. No pretendí golpear a nadie. No dije groserías. No levanté la voz. Pero recé para que mis antepasados me ayudaran”. 

“Subí allí como una guerrera. Subí allí con la gracia y la belleza y el coraje y la humildad de mi pueblo. Hablé desde mi corazón“. 

Vamos al cine a ver una película de acción y los golpes son previsibles. Sabemos que presenciamos una ficción. 

Nos gusta segregar adrenalina fingiendo que las imágenes proyectadas en una pantalla son ciertas, aunque en el fondo entendamos que son un montaje, una mentira. 

Ver a Will Smith golpear en plena ceremonia a Chris Rock me provoca dos reflexiones: la primera la formulo partiendo de que el hecho fue real; la segunda  nace de la hipótesis de que fue actuada, un sketch.  

La primera reflexión (es decir, que la agresión fue real), nos obligaría a exigir consecuencias legales. Hacer bromas de mal gusto y arteramente misóginas en los Premios Oscar es aberrante y común. Es una constante en esa como en muchas otras ceremonias. 

Que en este evento de los Oscar un invitado se levante a golpear a otro compañero, enfrente del público, y nadie se metiera a parar los mutuos insultos,

implicaría suspender de cuajo el evento. 

No se puede pasar por alto un conato de violencia ante millones de espectadores, porque cabe la posibilidad de que en cualquier otro momento, rebasada ya la frontera de la normalidad, los ánimos se desbordaran. 

Formulo ahora la segunda reflexión: que la agresión de Will Smith a Chris Rock fuera un montaje. Nada anormal en estos tiempos de fake news donde nadie sabe hasta dónde llega la verdad y donde empieza la mentira. Pro eso vivimos en la era de la posverdad.  

En este caso, la situación empeora: ¿un simulacro de violencia en estos tiempos en que cada acto público global debe ser ejemplo de rechazo a la violencia? ¿Un montaje de agresión cuando minutos antes se había pedido a los presentes honrar la paz en Ucrania? 

Esta contradicción en los Premios Oscar obligaría a cancelar por mera ética, la absurda derivación de esta ceremonia ya sin sentido. 

Ayer se rompió algo muy grave en los Premios Oscar. Las cosas en la Meca del cine no podrían marchar peor. 

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