César Garza: única carta fuerte del PRI y el PAN en Nuevo León

Eloy Garza González

Tanto el PRI como el PAN sufren un déficit de líderes políticos. No es fácil encontrar servidores públicos con carisma, con experiencia, honestos y sobre todo con visión de estado. 

Pero hay algo aún más importante: son escasos los políticos que entienden que la burda simplicidad es un problema grave para la democracia; gobernar implica alta capacidad para resolver problemáticas complejas. 

Explicar los asuntos públicos con sencillez no es lo mismo que pretender resolverlos con sencillez; es decir, simplificando y polarizando como único modo de gobierno. Nada es más confuso que la simplificación. 

Un verdadero gobernante sabe que los problemas sociales son complejos y que demandan mentes analíticas y lúcidas que al mismo tiempo sean sensibles con los más necesitados. 

El centralismo, por ejemplo, es una burda simplificación. El populismo es una simplificación. El antagonismo constante es una simplificación. 

Por culpa de este comportamiento tan burdo, tan primitivo de entender el poder político, se ha deteriorado nuestro federalismo; se ha pretendido debilitar fiscalmente a los estados y los municipios, pese a que nos rige una Constitución federalista. 

Por no respetar el federalismo, se olvida que el municipio es el gobierno de mayor proximidad, el primero que da la cara ante la gente y el semillero natural para los liderazgos políticos genuinos. 

Si el PRI y el PAN unidos aspiran a tener futuro electoral en Nuevo León, deben olvidarse de rostros frívolos, que simplifican los problemas sociales, que crean que el carisma es sinónimo de hacerse los chistosos o ser ridículos en redes sociales. 

Si el PRI y el PAN y los demás partidos pretenden recobrar la identidad de nuestro estado como Coloso del Norte, frente a los abusos evidentes del centralismo, deberán dejar de perder el tiempo en disputas estériles o componendas coyunturales, porque 2024 está a la vuelta de la esquina. 

Eleven la mira. Entre las cartas que se barajan electoralmente como competitivas, diviso muy pocos rostros y un solo perfil, que rebasa los estrechos linderos partidistas y garantiza arrastre electoral y templanza para gobernar: el alcalde de Apodaca, César Garza Villarreal. 

Entre las decenas de alcaldes y gobernadores con quienes he charlado desde hace décadas, César sobresale porque entiende que de nada sirve el progreso si no actúa como palanca para otorgarle dignidad a la gente. 

“No se trata”, dice César, “que el gobierno nos solucione la vida; queremos un gobierno que genere condiciones para que la gente pueda encontrar por sus propios medios las oportunidades de acceso a la educación, a la salud, al empleo”. 

César Garza, quien es presidente de la Conferencia Nacional de Municipios de México (Conamm), habla siempre de un gobierno solidario y subsidiario. Y articula este programa de gobierno como nadie, porque es uno de los pocos verdaderos constitucionalistas que tenemos gobernando un municipio de Nuevo León y de México. 

Y lo combina con una mente estratégica de mariscal de campo que siempre ha salido invicto en las contiendas electorales. 

Basta ver los resultados de los pasados comicios en Nuevo León para que quede claro a qué me refiero. 

Los números en Apodaca no mienten. Y los dotes de estadista tampoco. 

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