CHACUALEANDO EN EL ZOQUETE

Paco Villarreal

Leí alguna vez que en la antigüedad, tal vez la Edad Media, durante un sitio a una ciudad oriental en la Ruta de la Seda, las hordas sitiadoras (mongoles, mogoles o chinos, no recuerdo) usaban fundíbulos para arrojar cadáveres de personas y animales dentro de la ciudad. Preferían aquellos que morían de alguna enfermedad infecciosa y necesariamente putrefactos, para no surtir las barbacoas, los pucheros y los puestos de shawarmas de los sitiados. La ciudad cayó, y los vencedores levantaron sus banderas gloriosas sobre ruinas apestadas y contaminadas. Supongo que la victoria toda gloriosa no impidió que la infecciosa ciudad les compartiera un poco del desastre higiénico que provocaron.

Aquello era una guerra sucia en toda la extensión de las palabras; la que vemos ahora en Nuevo León entre candidatos también es sucia, pero aún peor, porque también pone en evidencia el inseguro liderazgo social de los candidatos y la incompetencia de sus asesores.

El resultado será el mismo que el de aquellos ejércitos orientales: levantarse triunfantes sobre la ruina moral de sus oponentes. Con el añadido que esa purulencia que desatan, también contamina a los medios, la gente y, invariablemente, a los propios agresores. Al final tendríamos en el poder a réplicas de Balduino, el rey leproso de Jerusalén: ceguera, corrupción, podredumbre bajo máscaras de plata. Pero tal parece que a estos reyezuelos leprosos no les importaría gobernar sobre la ruina moral de todos los ciudadanos.

El reciente video que difunde Adrián de la Garza contra Clara Luz Flores Carrales, me preocupa mucho. El recurso es extremadamente repulsivo. Mi preocupación es que el tiroteo entre candidatos arrecie con recursos todavía peores. La guerra sucia por el gobierno de Nuevo León repunta, pero no acaba de empezar. El ensayo general fue con Samuel García, que amablemente contribuyó cometiendo todo tipo de tonterías. Y todo indica que las seguirá cometiendo subiéndose a este repugnante “tren del mame” político.

No sé si el sketch de Marco Polo fue sólo un accidente, pero ha sido bien aprovechado para tensar el ambiente en las campañas. Los señalamientos de Clara Luz sobre la sinvergüenzada cometida en Mina presuntamente por Rodrigo Medina y sus secuaces, no es ninguna novedad. Fue ventilado en los medios muy ampliamente en su momento sin mayores consecuencias para los supuestos culpables, hoy tras bambalinas o delante de ellas interpretando el papel de candidatos.

La relación imputada a Clara Luz con Keith Raniere tampoco es novedad. Ni la de muchos políticos, personajes públicos, y hasta la hija de un prominente empresario mediático local. Yo no sé qué relación hubo entre Clara Luz y Raniere, si es que la hubo. Tampoco los detalles de la que tuvieron los demás personajes involucrados con el sujeto ese. No defiendo a Clara Luz, ni a los demás, pero si hablamos de una secta hablamos de una mente manipuladora genial.

Condenar a todos por la malignidad de uno sería tanto como condenar a los seguidores de Jim Jones por el suicidio colectivo en Jamestown. Hay una mente criminal, los demás generalmente son víctimas a menos que se les compruebe una complicidad ajena a la manipulación. Si realmente Clara Luz estuvo afiliada a esa secta, habría qué preguntarle qué fue a buscar ahí, y si estuvo en calidad de socia o de feligrés.

Esto es muy diferente al caso de los despojos cometidos en propiedades en el municipio de Mina. En eso no hubo fe de por medio, ni los perpetradores fueron manipulados por un siniestro líder. Se trató de un saqueo arbitrario cometido en pandilla por viles ladrones. Si entre ellos estuvieron Rodrigo Medina y su inevitable padre, Francisco Cienfuegos, o Adrián de la Garza, es algo que no debe señalarse sino demostrarse, porque un señalamiento sólo levanta sospechas, pero no finca responsabilidades. ¡Así no, Clara Luz! Tampoco así, Samuel; por más incorruptible que pretenda ser, si chacualea en el charco se embarrará de zoquete. Y este tipo de zoquete es demasiado “fosfo” como para ocultarlo.

El anuncio formal del video contra Clara Luz, procurado al exprocurador por una tal doña Valentina Anónima, no sé si implique la evidencia de un delito. En ese caso tendrá que dictaminarlo una autoridad competente. No veo el caso de difundirlo antes (presunción de inocencia, le dicen). Mandarlo íntegro a los medios es tramposo. Los medios, con mayor o menor entusiasmo y torpeza, van a difundirlo. Y eso de dejar que la gente juzgue es tramposo y mañoso, porque somos tan ociosos que nada más de oquis podemos suponer un delito donde no lo hay, y exculpar por simpatía a verdaderos delincuentes (lo hacemos casi siempre con los políticos).

Yo no sé qué tanto vaya a cimbrar a la opinión pública internacional el mentado video. Cimbra ya, eso sí, la ociosa indolencia local estimulando el chismerío y suponiendo, de acuerdo a prejuicios y oscuras represiones, cualquier clase de tenebrosa fantasía. Por lo pronto, el video ya ha despertado interés del “respetable”. Lo poco que he visto, no me ha mostrado ningún delito. En este caso ambos, Clara Luz y Adrián, deberían ir más allá de los golpes mediáticos y sustentar sus señalamientos con pruebas y denuncias. Si proceden, entonces sí, lo platicamos más despacio. Porque en el video editado parece la reunión de una política y a un asesor. Y si a esas vamos, en los “war rooms” de muchos candidatos hay asesores que no son tan malignos ni astutos como Raniere, en cambio sí son infinitamente estúpidos y caros.

Por cierto, ¿no se supone que los candidatos en campaña deben ocupar su tiempo dialogando con los ciudadanos? Porque exhibirse arrojándose carroña no me parece una propuesta de campaña sino un espectáculo. Y para ese tipo de espectáculos mejor veo las luchas o espero la próxima pelea del Canelo donde, por lo menos, no me salpicarán de zoquete.

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