Del golf a la política | Por Paco Villarreal
Paco Villarreal
Comparado con el padre del “senatore”, papá no era estricto para inculcar disciplina, al menos no aparentemente. Casi analfabeto, de origen campesino, sin saber de la Abadía de Thelema, su regla básica era “Haz lo que quieras”. Pero a diferencia de lo que enunciaba Crowley, para papá esa no era la única ley, ni siquiera era una ley, sino el principio que desencadenaba leyes. La básica era ser consciente de que las acciones eran buenas o malas y para quién. Bien o mal sin honduras metafísicas, sin temores religiosos, sólo la conciliación de las acciones con la conciencia. Esto engendra otra regla: asumir la responsabilidad de las consecuencias de cada acción, de cada palabra, que a su vez induce otra, que es la coherencia. Por esto ni papá ni yo necesitamos de una firma para establecer un compromiso. Esta rigidez en las convicciones es predecible y puede ser usada en nuestra contra, tal vez por eso y como defensa, desarrollamos una extremada discreción para expresar nuestra empatía y un humor bastante ácido (una advertencia de que el ácido escuece, pero puede corroer).
Es una disciplina práctica, diseñada tal vez para el entorno hostil norestense. Así debió ser formado el legendario bandido Agapito Treviño que en sus asaltos ponía a bailar a sus víctimas a punta de pistola, pero no mató a ninguna; coherente con su “maldad” pero riguroso en sus límites. Y aunque en su época generó el temor en los viajeros, no causó alguna catástrofe social, económica ni política.
Bajo ese principio de “Haz lo que quieras”, es muy respetable que al “senatore” se le haya enseñado disciplina a palos… de golf. Muy respetable que lo pregone y lo presuma. Y muy respetable también que nos mueva a risa. No creo que el estricto padre se equivocara. Sólo él ha conocido a su hijo lo suficiente para elegir las medidas que tomaría para la formación de su carácter. Sólo él sabe hacia dónde quería conducirlo imponiéndole reglas que, aunque a muchos parezcan ridículas, tuvieron un propósito. Sólo Dios sabe si este legislador honra ahora esa educación. El escarnio púbico no es por eso sino porque al exponer las dificultades que enfrentó en su formación, cava una profunda zanja entre él y miles de electores. Para ellos es imposible empatizar con las penas juveniles del “senatore”. Intentar ponerse en su lugar es tan íntimamente ridículo como ponerse los calzones al revés. En la burla que le hacen está implícita una dura crítica contra una élite clasemediera que enjuga sus lágrimas en el Mall de McAllen. Para miles de electores es evidente que, con esos antecedentes, al “senatore” le será difícil tenerles empatía. Como estrategia electoral (y es obvio que lo es), esas confesiones fueron tan inapropiadas como sus anteriores dislates, y nada más. Y sin embargo puede llegar a ser gobernador. La democracia es tan caprichosa… o demencial.
Y hablando casi de otro tema, el anuncio de que Clara Luz Flores Carrales será la propuesta de Morena para el gobierno estatal no sorprende. Que sea mujer ya es una ventaja, y no es que seamos feministas ejemplares (lejos de serlo), es que se trata de una oferta novedosa en un momento adecuado. No como antes, que fue tan inconveniente como vender caldo en el Sahara.
Clara Luz tiene la ventaja de tener una carrera política local estable, sin escándalos trascendentes. Su ruptura con el PRI no sacudió su gobierno, fue lo bastante hábil como para aplicarse en su administración y proyectarla a nivel nacional, y todo sin desgarradores e inútiles enfrentamientos con los dueños del PRI. Clara Luz podrá ser candidata de Morena, pero no es morenista. Es, por supuesto, priista. Eso sí, creo que es un priismo extramuros, pragmático, pero que no quita el ojo al gato político ni al garabato social. Su priismo me suena más a ese priismo que nunca fue de derecha, y que mantuvo con habilidad el equilibrio respecto a una izquierda impaciente. Un viejo priismo muy afín a personajes como Muñoz Ledo y… ¡López Obrador! Porque aunque no era el mejor partido del mundo, el viejo PRI no tiene qué ver nada con los rastrojos del de ahora, tribal, incoherente, lobotomizado por intereses externos, sumiso con empresarios y divorciado de la clase obrera, peleando por mantener su estatus no político sino económico.
No intento quitar el mérito de que la alcaldesa de Escobedo sea la abanderada estatal de un partido que pretende ser de izquierda (es lo más que se puede torcer el volante) y, claro, de sus partidos adláteres. Pero no podemos movernos a engaño. La formación ideológica de Clara Luz se hizo en el PRI, habrá qué estar atentos a sus propuestas para saber si esa ideología ha madurado o se ha corrompido como la de los demás priistas. Lo que menos quisiéramos ver es un gobierno de Morena con un staf típico priista y las mismas mañas de siempre.
Hasta ahora, lo que vislumbro sobre el proceso electoral del 2021, es una disolución acelerada de ideologías en los partidos políticos, aún de las impostadas. Algo que hay que agradecer al presidente López, que involuntariamente ha precipitado el desenmascaramiento de los partidos, incluyendo a Morena y sus aliados. Aunque es desagradable ver los verdaderos rostros de los partidos y su indigencia ideológica, también es positivo. Es una nueva oportunidad para responder a la exigencia de los ciudadanos y de la Historia y replantearse, refundarse, depurarse o hasta disolverse si es necesario. Para eso yo recomendaría la disciplina de papá, y coherencia, porque hasta en la maldad debe haber honor. Digo esta porque, claro, una disciplina como la del papá del “senatore” ya la conocen, y no les ha dado resultados porque vieron a los 18 hoyos como una placentera aspiración de estatus y ahora siguen en el último hoyo y apurados para pagar la mensualidad del deportivo a costas del erario. Ojalá y ese no haya sido el caso de Samuel.