Eloy Garza

Adrián de la Garza y Larrazábal con el freno de mano puesto.

Eloy Garza González

Por contraer Covid-19, la renuncia de cuadros al PAN local y la campaña negativa por el artificialmente resucitado quesogate la campaña de Fernando Larrazabal como gobernador no termina de arrancar. Por falta de exposición mediática, evasión de temas candentes y falta de beligerancia personal, a Adrián de la Garza también le falta fuelle para arrancar su campaña.

Todavía en pasadas elecciones la disputa por el poder local se suscitaba entre el PRI y el PAN. Ahora Larrazabal y Adrián de la Garza se disputan el segundo lugar. Ambos olvidan que en la contienda electoral los segundos lugares no existen. Impera lo que los gringos llaman spoils system: el que gana se lleva todo. Larrazabal y Adrián podrán curarse en salud alegando que aún si pierden ellos, sus respectivos partidos se quedarán con la mayoría de las curules en el Congreso del Estado. Pero eso está por verse. Y por otra parte, el PAN casi es un espectro de lo que fue. Para fines prácticos, en Nuevo León ya no existen los partidos políticos: antes eran agencias de colocaciones (jamás cajas de resonancia ideológica); ahora son apenas trampolines. Y es sabido que a la hora de sentarse en su curul, los próximos diputados locales y federales se subastarán al mejor postor. Son mercenarios puros y duros. Es lo que los gringos llaman political auction (subasta política).

El primero en abrir fuego en contra de su oponente, fue Larrazabal cuando comenzó a filtrar en columnas políticas que el quesogate de El Norte lo orquestó en aquel entonces Adrián de la Garza. Así culpó al Procurador de Justicia del sexenio anterior de fabricar culpables en el caso del casino Red “para desviar la atención pública del casino Royale”. En realidad, Larrazabal debería acusar directamente al periódico de la calle Washington por sus descalabros añejos. No lo hará porque nadie quiere echarse de enemigo a la prensa, aunque le haya descarrilado durante casi una década su carrera política.

Lo dicho: tanto Larrazabal como Adrián arrancan con el freno de mano puesto, mientras Samuel García le pisa a fondo al acelerador y empieza a utilizar las redes sociales con más precisión y puntería. Dicen que caballo que alcanza gana. Y se acerca el día en que el equívocamente descartado Samuel comience a rebasarlos en las encuestas. Ya se verá.

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