En memoria de mi amigo Raúl Caballero

Eloy Garza González

Nos informa Luis Lauro Garza que murió nuestro gran amigo Raúl Caballero. Hace años, Raúl me pidió que escribiera el prólogo para uno de sus libros: “Resonancias: antes del caos” (2014). Lo hice con sincero placer porque el autor era un hombre bueno y generoso. 

En memoria de mi amigo Raúl transcribo mi prólogo. 

Raúl Caballero, periodista maduro, de Dallas, ha escrito un hermoso libro íntimo y coral a la vez, en donde dialoga con el Raúl Caballero joven, de Monterrey. 

Se trata de una serie de relatos y crónicas de finales de los años sesenta, cuyo personaje principal es “de alguna manera, la ciudad de Monterrey”. No estoy tan seguro de que así lo sea. ¿No será más bien el tiempo el personaje central de “Resonancias”? 

Pero para ser personaje de un cuento, un poema o una crónica, el tiempo no puede narrarse por sí mismo; como la luminosidad de la luna, sólo aparece como reflejo de un astro ajeno; en el caso de “Resonancias” se trata del astro de la nostalgia musical regiomontana. 

Es verdad que en sus alusiones nostálgicas, Raúl toca muchas fibras sensibles a quienes nacimos aquí: la moda existencialista, la psicodelia como modo de vida, las películas de culto (en especial esa obra tan aburrida y sobrevalorada de Godard, titulada “El Desprecio”, sólo rescatable por ese monumento a la cachondez llamada Brigitte Bardot), la naciente televisión local con Vianey Valdez y su “Muévanse todos”, el despertar sensual de los adolescentes (resumido en el slogan ecologista “ahorra agua, báñate con una amiga”), las lecturas de Cortázar, el recorrido citadino por Las Mitras, Vista Hermosa, el Patinadero Obispado, las kermeses en el Regio y las tertulias en el Club de Leones Poniente. Pero el astro-rey que alumbra “Resonancias” es la nostalgia musical. 

En la obra de Raúl Caballero (“memorias salvajes y libres” como él mismo la define), el tiempo gira en obsesivos y rítmicos días circulares en torno al Rock and Roll, el jazz, el blues, la chanson française, The Beatles, Rolling Stones, The Who. Y es que el Caballero maduro no sólo conversa con el Caballero adolescente, sino también con otros actores de aquella época vivos o ya muertos. 

Ahora bien, ¿va dirigido este diálogo entre el Caballero maduro y el Caballero joven, exclusivamente a lectores regiomontanos? Sí, en la medida en que su personaje principal fuera la ciudad y se enfocara a la mera recopilación de guiños cómplices a sus paisanos norestenses; no, si el tema principal es la apología a los años sesenta, es decir, al pasado reciente, es decir, al paso del tiempo.  

Lea el lector estas resonancias tan amenas, nostálgicas y muy bien escrita en su estilo desenfadado y coloquial. Tómese su tiempo y, si su edad rebasa los cincuenta años, dialogue con el joven que fue alguna vez y que le saltará a la cara en cualquiera de las páginas de “Resonancias” para recordarle que usted también formó parte de los años sesenta y que el muchacho que caminaba por aquellas calles, y escuchaba aquellas rolas, parafraseando a Octavio Paz, es el mismo que ahora lee este libro. Felicito al autor por este prodigio. 

Extrañaremos a nuestro amigo Raúl Caballero.

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