¿Quién se acuerda de Marcelo?
Por: Obed Campos
No han pasado 100 años de la muerte del joven Marcelo Garza y Garza, toda una eminencia en su tiempo en las lides de seguridad y de no ser por una que otra mención de periodistas, quienes, como yo, fuimos distinguidos por su amistad, el aniversario número 15 del cobarde asesinato, nadie, en el ámbito oficial, recordaría su sacrificio.
Con Marcelo Nuevo León tiene una deuda impagable. Joven y brillante abogado, traía lo policíaco en la sangre, pero no a lo bruto, sino quemándose las pestañas, fue como ascendió en ese difícil camino de la policía que divide lo empírico (de lo cual queda muy poco) con lo técnico. Marcelo era un pez en el agua en esos dos mundos.
Bajo el mando de otra leyenda, Fernando Garza Guzmán, Marcelo Garza y Garza logró, desde principios de los años 90’s una reestructuración que dio certeza jurídica y modernidad a una anquilosada Policía Judicial del Estado.
Y esto último nadie me lo contó, porque Venustiano Carranza y Espinosa, como reportero de guardia, se convirtió desde mediados de los ochentas en mi segunda casa (y a veces primera) y fue ahí donde tuve la fortuna de hacerme amigo de Marcelo.
Lo que hizo Marcelo entonces por Nuevo León, al aplicarle tecnología a la Judicial del Estado, no fue poco.
Pero sus triunfos no quedaron nada más en el estado.
Cuando sirvió en la entonces Procuraduría General de la República, fue reconocido por las autoridades norteamericanas por su participación en la investigación y captura de Ángel Maturino Reséndiz, conocido como “El asesino de las vías del tren”, uno de los pocos casos de asesinos seriales mexicanos descubiertos.
También destacó por su participación en Australia de la extradición de Carlos Cabal Peniche, ya que encabezó el equipo mexicano que participó en los juicios en las cortes de aquella nación.
Y tantos y tantos otros casos…
A Marcelo le quedamos a deber y nunca le vamos a pagar con nada.
Al menos hay que hacerlo patente en nuestra memoria.
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