Samuel García dio órdenes por Twitter y lean lo que sucedió

Eloy Garza González 

Valeria Macías es una maestra universitaria que ha denunciado acoso y amenazas de muerte. 

Un caso más entre los miles que se presentan diariamente ante la indiferencia de las autoridades. 

Son innumerables las víctimas de acoso que llaman al 911 y son ignoradas olímpicamente. 

Acorralada al cabo de 5 años de sistemático suplicio, Valeria tuvo que subir un video a Instagram donde denuncia los hechos, para que su caso se volviera viral. 

El video referido registra más de 300 mil vistas (y esta cifra es hasta el momento en que escribo este artículo). 

Pero me enfoco ahora a un tema derivado del anterior. 

Tan pronto como se hizo viral el video de Valeria, el gobernador Samuel García giró una serie de instrucciones a Aldo Fasci, Secretario de Seguridad, a Javier Navarro, Secretario de Gobierno, a Martha Herrera, Secretaria de Igualdad e Inclusión Social y a Alicia Leal, Secretaria de las Mujeres. 

¿Qué les ordenó Samuel? Que atendieran a la brevedad el caso de Valeria y se le brindara protección inmediata contra su acosador.

Sin embargo, la polémica desatada ahora en redes sociales estriba en lo siguiente: ¿debe un gobernador como Samuel García girar instrucciones a su gabinete a través de Twitter? 

Porque, en efecto, Samuel se valió de esta red social para transmitir sus instrucciones. 

Por ejemplo, a Aldo Fasci le ordenó vía tuit: “te pido que se tomen las medidas necesarias para dar protección inmediata a Valeria. Que se revisen todos los casos de denuncias de agresiones a mujeres y se garantice la seguridad de todas.”

Valeria, por su parte, en un comentario que subió a Instagram, agregó: “gracias por el apoyo y gracias por revisar también los casos que como yo están en espera de resolución. Quedo pendiente de sus instrucciones para avanzar en mi caso.”

Hay quienes pensamos que esta forma millennial de gobernar, girando instrucciones públicamente, es una práctica novedosa y bastante eficaz. 

Otros piensan diferente a mi. 

Al pedir a sus colaboradores que atiendan el caso de Valeria, el gobernador ejemplifica la violencia tácita o expresa que amenaza a muchas mujeres. 

Las órdenes de Samuel por Twitter (que luego repitió en los comentarios del video de Valeria), simbolizan la justa celeridad con que debe responder un gobernante. 

Y lo más importante: se paran antenas para captar las urgencias de la gente, saltándose por la libre el burocratismo que roe el aparato público, por todos conocido (y padecido). 

Es la versión milennial de los gobernantes de antaño que recibían a cualquier ciudadano que les solicitaba audiencia. 

Incluso varios Presidentes de México abrían las puertas de su despacho una vez a la semana en Palacio Nacional, para cualquier hijo de vecina. 

Por supuesto, las antesalas gubernamentales se atestaban de agraristas, médicos, ferrocarrileros y viudas en busca de pensión. 

Ustedes recordarán las primeras escenas de la película Río Escondido, donde a la protagonista, una maestra de escuela que interpretaba María Félix, la recibía el Primer Mandatario (quien solo aparecía de espaldas y era nada menos que Miguel Alemán). 

Las redes sociales facilitaron este tipo de solicitudes de audiencia pública, sin tanto intermediario. 

Ahora bien, sé que son muchos quienes no están de acuerdo con esta forma de gobernar vía Twitter. Quizá tengan razón. 

Lo cierto es que la comunicación se agiliza a través de Facebook, Twitter y WhatsApp. 

De igual forma la capacidad de respuesta se incrementa exponencialmente (si así de verdad lo quiere el gobernante).

Esperemos que con el respaldo abierto y comprometido de las autoridades, Valeria y los demás casos de mujeres acosadas se resuelvan para bien de las víctimas que sufren un verdadero infierno, sin esperar a que se viralicen cuando el desenlace ya sea trágico. 

¿Pero qué opinan ustedes? 

¿Debería el gobernador intensificar o por el contrario dejar de usar las redes sociales para girar órdenes a sus colaboradores? 

¿En qué casos no convendría hacerlos? 

Ustedes tienen la palabra.

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