Ánimas en pena y testamentos líricos
En mi familia, uno de los grandes problemas que se han padecido es una negación obstinada y absurda a la muerte. Se asume con alguna resignación, pero se procura no “invocarla” de ninguna manera, ya sea por previsiones de salud, por compra de paquetes funerarios o por preparar testamentos. Es el síndrome del bebé que se cubre los ojos para esconderse. Yo también lo hago, aunque con trampa.