
Informa AMLO en el Zócalo
Irreverente
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> Plácido Garza
> Les platico: si solo les apetece leer sobre la concentración en el Zócalo capitalino para escuchar el 3er informe de López Obrador, háganme el favor de brincarse hasta el CAJÓN DE SASTRE. Gracias.
> Siempre he sido malo para dar el pésame y peor aún para recibirlo.
> Suelo esconderme cuando muere uno de los míos.
> No sé cómo reaccionar y menos adivinar la sinceridad de las palabras que se dicen en esos casos.
> Este pasado domingo 21, a las 3 de la tarde murió mi hermano menor, Willy. Tenía 48 años y sus últimas tres semanas fueron de lucha encarnizada, donde a ratos se aferraba a la vida pero en otros se vencía.
> Fue noble y bueno hasta el último momento. El gesto de generosidad que tuvo al final me marcó para siempre.
> En medio de esa lucha, cuando su calidad de vida se extinguía, llegó a pedir que lo desconectaran de los aparatos que le permitían respirar y latir a su corazón.
> Pero cuando su lucidez le hacía abrir sus ojos, me apretaba la mano diciéndome sin palabras: “hermano, quiero seguirle”.
> Lo vi llorar de impotencia y yo con él por no poder hacer algo más de lo que hacía.
> Me dicen algunos que ya, que ya descansó. Pero yo les digo que no, que él quería seguir viviendo, porque su vida estaba llena de cosas por hacer y además, yo lo conocía, no quería morirse…
> Semanas antes de que lo llevaran al hospital me dijo, mirándome a los ojos: “quiero seguir luchando, no me voy a rendir”, a pesar de que su padecimiento lo tenía conectado la mayor parte de sus días y sus noches a las esclavizantes bolsas de las diálisis.
> Ese domingo de su muerte, yo no estaba con él. Lo había visto apenas unas horas antes y recuerdo haberle dicho a mi hermana que lo vi muy mal.
> Meses atrás, cuando mi mamá se agravó, hablamos de la posibilidad de llevarla a un hospital donde le dieran los cuidados que Willy le daba en casa.
> Me dijo esa vez: “no se la lleven, es para mí como la hija que nunca tuve y cuidarla es uno de los motivos de mi vida”.
> Y se quedó con ella hasta su último suspiro.
> Muerta mi mamá, Willy se venció.
> Dejó de conectarse a las bolsas que le daban vida y fue decayendo su salud hasta que no hubo más remedio que internarlo.
> Cuidó a mi viejita hasta sus últimos momentos y después de haberla despedido, se entregó a las manos de Dios.
> Hace unos días, cuando recibimos sus cenizas, mi hermana me recordó que Willy había pedido que fueran colocadas en el mismo lugar donde estuvieran las de mi mamá. Y ahí están ya, juntos, hasta el final de los tiempos.
> Cuando murió mi papá hace seis años, un amigo me dijo al darme el pésame, que no había más orfandad que perder a la mamá y que por eso, la cuidara.
> Y la cuidamos, y a pesar de eso, se nos murió.
> Hoy, soy huérfano de padre, de madre y también de mi querido hermanito, el menor, Willy.
> En todos estos días me había hecho a la idea de hacerme el fuerte pero ya no pude… y hoy lloré a solas, mucho rato, mucho, porque así como no sé reaccionar ante los “pésames”, tampoco sé cómo se debe llorar… cuando alguien más está…
> CAJÓN DE SASTRE
> “A juzgar por lo que vimos ayer en el Zócalo, las prácticas priyistas y panistas del acarreo, han sido importadas por los morenistas y sin que Morena pague regalías al PRI ni al PAN, aunque, quién sabe…”, dice la irreverente de mi Gaby.
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