El petate de Hitler

Paco Villarreal

Preocupado como todos por la guerra en Ucrania, quise buscar algo de información para entender mejor, no los hechos hoy sino las causas. Tenía ya nociones vagas de una situación bastante crítica en ese país desde hace varios años. Asociaba vagamente a Ucrania con términos tan alarmantes como ultraderecha, neonazismo, genocidio, represión; términos por desgracia bastante corrientes en muchos países, incluso en el nuestro. ¿Qué encontré? Una saturación de información satanizando, abierta o discretamente, las acciones rusas y de ribete a los rusos. De un lado, Putin denuncia un gobierno ucraniano infiltrado por neonazis. Por el otro, se equipara a Putin con el nazismo. De uno y otro lado del conflicto nos espantan con el petate de Hitler. Don Adolfo, un locus amenus ya muy manoseado pero todavía efectivo. Una guerra más intensa en los medios que en las trincheras. Recordé que don Herberto Marshall McLuhan hablaba de este fenómeno, y busqué la cita: “Todos los medios existen para investir nuestras vidas con percepción artificial y valores arbitrarios”.

Pero buscando esa cita hallé también otra cosa que corrigió a medias el nebuloso problema de las causas. Un artículo del periodista australiano John Pilger (gogleen, no es chairo ni fifí ni palero ni agente de la CIA, es periodista). ¡Causas! ¡Antecedentes! Justamente inicia su artículo con una cita de McLuhan: “el sucesor de la política será la propaganda”. El artículo es estremecedor. Asegura no sólo la presencia de neonazis en el gobierno de Ucrania, también en cuadros militares. Pilger, con una larga experiencia en corresponsalías de guerra, expone una represión bárbara contra los “separatistas” ucranianos de habla rusa. Cosa de abrir el archivo de Odessa, separatistas quemados vivos dentro de un edificio el 2 de mayo del 2014. Así estaba ya la tensión interna entre “ultranacionalistas” y “separatistas”; no es nueva ni es ajena a intereses extranjeros.

Putin tiene razón al alertar contra infiltración nazi en Ucrania; pero medios occidentales, resonadores de intereses muy oscuros, también la tienen al señalar a Putin. Definitivamente, no son modos, y el eterno líder ruso sienta peligrosos precedentes. Lo más inquietante es el suministro masivo de armas para gobierno ucraniano. Esas armas no son un regalo, son una inversión. Podrán usarse como defensa ante la ofensiva rusa, y también para una limpieza étnica interna. Después de la pérdida de Crimea el ejército de Ucrania se ha fortalecido muy rápidamente. ¿Cómo lo hizo? Es cuestión de voltear hacia Occidente para entenderlo.

Hace poco, un par de youtubers rusos que dicen amar a México publicaron su punto de vista sobre esta guerra, y fue desgarrador. Dijeron lo que tal vez no se ha difundido con amplitud aunque sea lo más obvio. Hace tres décadas la URSS era técnicamente un inmenso país. Dicen los youtubers que muchos rusos tienen amigos y familia en Ucrania; que en Rusia hay muchos ucranianos, que la mitad de los grandes artistas son ucranianos, que en las que fueron repúblicas en la URSS hay personas de diversos orígenes. Con este antecedente, ¿cómo concebir entonces el “ultranacionalismo” en una sola y no en todas? A no ser que… sea fomentado, respaldado, adiestrado y armado desde el exterior. En una frontera estratégica, una especie de marca rusa occidental, esto es particularmente sospechoso.

Una premisa básica de la soberanía de un país es que puede conceder todo ante la presión interior o exterior, todo excepto ceder su territorio. Y todo indica que el “separatismo” en Ucrania, alentado también por Rusia, fue enfrentado de la peor manera: exterminando no asimilando. 

A pesar de todo la ofensiva mediática occidental es intensa. La condena general a la invasión señalando sólo a Rusia, y de paso a los rusos, responde a una percepción no a una realidad. Esto es ignorar los antecedentes, condonar culpas de Occidente y del propio gobierno ucraniano. Es apostar maniqueamente. Ahora son los rusos, luego serán otras repúblicas de la ex Unión Soviética e incluso un socio comercial importante del eje económico oriental: ¡China! Si bien Rusia está en alerta por su seguridad amenazada abiertamente por la OTAN, la guerra económica ya estaba declarada desde hace mucho tiempo. Y a la economía le importa un cacahuate ruso o británico el nacionalismo en Ucrania o en Tombuctú. No es su objetivo sino su instrumento.

Me preocupa la guerra en Ucrania. Pero me preocupa más que el chavo de la tienda, que sabe más contar que leer, me pregunte: “¿Ya sacaron a los pinches rusos de Ucrania?”. Le contesté: “¿De qué te quejas? Te conviene la guerra, porque vas a vender más caro muchos de tus productos”. Evidentemente su opinión no salió de un profundo análisis político o económico, sino de lo que oyó en radio o vio en la TV. Y cito de nuevo a McLuhan: “El titular es un grito primitivo de rabia, triunfo, miedo o advertencia, y desde entonces (las campañas napoleónicas) los periódicos se han beneficiado de las guerras.” Y, trágicamente, vuelvo a citarlo: “Cuando la guerra y el mercado se fusionan, todas las transacciones de dinero comienzan a gotear sangre.”

Asustados con el petate de Hitler, nos estamos volviendo legiones de pequeños Hitler, y desde ambos bandos acabaremos convirtiendo al mundo en dos grandes bloques: ellos y nosotros. Cuando lo único que debería importarnos es la vida de civiles y soldados en esa guerra, y en todas las guerras.

Ahora habrá que ver qué papel interpretará Volodímir Zelenski en este drama, si el de presidente de Ucrania, o el de margrave de Putin o de la OTAN.

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