Mariana Rodríguez y los procesos de adopción en México

Eloy Garza González

Adoptar a un menor en México es un proceso largo y burocrático. Muchos desistimos a la mitad del camino. Leo entonces el artículo que publicó Mariana Rodríguez en The Washington Post: “El difícil camino de la adopción en México” (9/2/2022). 

Lo tomo como base para sintetizar la odisea que muchos mexicanos hemos emprendido sin éxito. Sucede en la mayoría de los países del mundo, pero en México rebasa los límites de lo razonable. Para muchos ha sido un verdadero viacrucis. 

Miles de menores de edad con narrativas personales muy tristes, algunas aterradoras. Es increíble la capacidad bestial que tienen algunos adultos para destruir la vida de los niños, para cancelarles vilmente su futuro como personas. Los abandonaron a su suerte, los vejaron, los maltrataron. 

O el caso de mamás, también menores de edad, sin las condiciones mínimas para criar a sus hijos e imposibilitadas para autorizar la adopción de sus criaturas hasta que cumplan su mayoría de edad. 

Dicho en otras palabras, las leyes condenan a esos niños a pasar su infancia en una casa hogar, en vez de que vivan y se eduquen un hogar, con una familia. Así lo cuenta correctamente Mariana en su artículo y yo comparto su indignación. 

“Niños abusados sexualmente, niñas prostituidas por sus padres, adolescentes que tienen a sus papás presos por narcotráfico y a su mamá en condición de calle”, nos cuenta Mariana en su artículo. Yo he llorado leyendo ese texto. Entonces formula Mariana unas preguntas que muchos compartimos: ¿qué pasa cuando volver con su familia biológica no es una alternativa para los niños”. 

Unos 30,000 niños, niñas y adolescentes en casas hogares públicas y privadas esperando ser adoptados, y muchas parejas esperando poder adoptar a algunos de estos niños. Pero se interpone un muro legal, una barrera de trámites, una muralla de papeleos y gestiones. ¡No se vale! 

Nos explica Mariana: “De 2016 a 2021 sólo hubo 308 solicitudes de adopción y el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia Nacional (DIF) aprobó únicamente 50”. Una de esas 308 solicitudes la tramité yo, pero fue inútil. Me topé con pared. Uno de los 28 niños con posibilidades de tener una familia pudo ser adoptado por nosotros, pero se frustraron los planes. 

Sin embargo, en vez de abrir la puerta que bien señala Mariana Rodríguez, los críticos de Mariana mancillan la oportunidad de someter a debate público el proceso de adopción en México. Ellos sólo abordan la parte política. Meten politiquería. Todo lo quieren disolver en el corrosivo de la grilla. 

En vez de eso, habría que eliminar las lagunas legales, como nos recomienda Mariana, y hacer más sencillos los trámites de adopción. Démosle la opción a esas niños y niñas de conseguir el amor de una familia, biológica o no. ¿Están de acuerdo? 

¿Cuándo nos sentamos los representantes populares, los servidores públicos y las asociaciones civiles para mejorar la legislación de adopción en México? 

Yo propongo que hoy mismo. A la de ya.

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