Miguel Treviño: t’estás pasando de lanza.
Irreverente
Parquimetreros de SPGG cazan a automovilistas. Vean el modus operandi para que no se los vayan a p…arquimetrear…
Plácido Garza
Les platico:
Ya sé, ya sé, este artículo quizá suene muy localito, pero no puedo quedarme pasivo ante la mar de quejas que me llegan respecto a la desmesurada voracidad de la que están haciendo gala las hordas de parquimetreros al servicio del Ayuntamiento de San Pedro Garza García.
Sucede que los sampetrinos han detectado un modus operandi de quienes andan pastoreando esos aparatos del demonio que fueron instalados por la “administración” de Ugo Ruiz, cuando Mauricio Fernández le prestó la alcaldía para tomarse esos tres años sabáticos, a los cuales sumó los otros tres que lleva Miguel Treviñejpr conocido como “El Socavón” y que debido a que el público lo reclama, se apresta para entrarle otra vez al quite debido a cosas como la que les estoy narrando.
Una señora estaciona en uno de los cajones del Auditorio San Pedro, su ex mamá móvil; ex, porque el méndigo bicho la trae loca con sus tres hijos dizque estudiando en el método Total Home.
Se va derechito a la diabólica máquina donde uno paga la cuota por usar la vía pública con fines de estacionamiento.
Adelante de ella, tres personas. La que en ese momento está en turno, lo intenta una y otra y otra vez y la méndiga boleta nomás no sale.
Que tan poco amigable no será este proceso, que alrededor de la máquina merodea de repente un parquimetrero para asistir al conductor en la tarea de pagar y sacar su boleto.
Pero en esta ocasión, el parquimetrero no está al lado de la máquina para apoyar, sino que anda cazando al automovilista y cuando éste finalmente llega a su nave para meter en el tablero bien visible el boleto, se topa con que en el parabrisas ya está la méndiga infracción que el empleado o el outsourceado del Municipio le estampó mientras la señora estaba lidiando con el aparato.
La dueña del ex mamá-móvil le dice en tono enérgico que ya ni la friega, porque el parquimetrero se dio cuenta de que la fila estaba muy larga en el aparato y en vez de ir a asistir a los que sufrían esperando su turno, se fue en friega a estamparle la multa.
La víctima reclama en vano. Al robot que está frente a ella le dice que deberían darle al automovilista unos minutos de gracia.
Pero resulta que son unos desgraciados porque el parquimetrero le responde que ellos no dan gracia, y con un encogimiento de hombros hace la señal internacional del “pues hágale como quiera”.
La señora se va a la oficina municipal donde está el nido de estos cazadores y expone su queja ante don Artemio Garza, quien después de escucharla, le da la razón y le dice que es la enésima persona ese día -como todos los días- que es víctima de semejante asalto en despoblado.
Pero le explica que no puede hacer nada porque el sistema ya registró la multa y lo más que puede hacer es rebajarle el costo a la mitad, que de todos modos es de un monto exagerado, porque quizá corresponda a un municipio de primer mundo, pero San Pedro dejó de tener esa categoría desde hace tres años. ¿Súper ciudad como la que alucina Miguel? Pfff.
La señora no tiene más remedio que pagar con el mentado descuento y sale de ahí bien encabronada. Pobre marido, la que le espera, pues alguien tendrá que pagar lo platos rotos.
Y con esto, yo me pregunto: ¿A qué se debe semejante voraz afán recaudatorio de Miguel Treviño? ¿Será que está urgido de sacar lana para pagar su fosfo-chillante-campaña-reeleccionista, que hace chillar a mucha gente del coraje ante cosas así?
CAJÓN DE SASTRE
“Por eso y mucho más, la multitud sampetrina exclama: ¿Dónde andas, Mauricio?”, dice la irreverente de mi Gaby.
FOTOS POR Anónimo sampetrino.