¿Para qué Silicon Valley si aquí está la marca Cerro de la Silla?

Eloy Garza González 

A partir de la pandemia, en Monterrey ha germinado la tendencia denominada “Hazlo tu mismo” (“Do It Yourself”): práctica común en la cultura regiomontana. 

Se trata de fabricar uno mismo las cosas que nos resulten útiles como microhuertos orgánicos (yo lo hago en mi propia casa), cultivo de agrohomeopatía, muros verdes, adaptación como equipo de gym de llantas, tubos de pvc y llaves inglesas (crossfit); incluso cosas artísticas que expresan nuestros gustos o tendencias estéticas (artesanía, graffiti urbano legal e ilegal, línea de ropa alternativa, manualidades de inspiración regional, diseño de bisutería amateur, producción indie de música y video). Los tutoriales y cursos en línea benefician esta tendencia que ya es muy regiomontana.

En Nuevo León prevalece la modalidad del “Hazlo tu mismo” porque nuestros abuelos fueron genios del bricolaje (o sea, de la actividad manual). 

Sin embargo, hace mucho tiempo se dejó de enseñar arte manual en nuestras primarias y ya no se toman en serio los talleres de carpintería en las secundarias. 

Hagamos algo similar en Monterrey a la Feria Maker que hasta antes de la pandemia de COVID-19 se montaba anualmente en Silicon Valley. 

Los centennials han descuidado las técnicas de la fabricación de productos por preferir el  marketing. Preferimos el humo a lo sólido.

Los regiomontanos actuales queremos ser grandes vendedores y no diestros hacedores; admirados publicistas y no hábiles fabricantes; managers, más no makers. Y cuando se promueve la mentefactura pero se descuida la manofactura no se avanza ni en lo uno ni en lo otro. 

¡Si de por sí producir cuesta mucho en inversión, preparación y gestión de la cadena de suministro!

Mucha culpa la tienen los políticos, tan emperrados en castigar al buen fabricante y al emprendedor: lo saturan de permisos y trámites a cargo de burócratas que no producen nada más que estorbos y retrasos; lo exprimen con favores corruptos (sobornos) en vez de alentarlo en su inversión de riesgo; le condicionan su comportamiento libre con impuestos y reglamentos arbitrarios. 

No es extraño que la aspiración vocacional se desvíe a trabajar en un call center en vez de fabricar productos para acomodarlos en el circuito comercial o para autoconsumo. Pero algo está cambiando.

La tendencia regiomontana “Hazlo tú mismo” (DIY) se convertirá en movimiento masivo cuando el hacedor independiente caiga en la cuenta de que no está solo y decida compartir sus proyectos al colectivo. 

Ya sucede en tierras norteñas y no es wishful thinking: la crisis de puestos de trabajo en Nuevo León en 2020 y 2021 se aliviará en 2022 con la proliferación de fabricantes constituidos en pequeñas empresas con ventas minoristas.

¿Queremos avanzar como sociedad productiva? Que primero el gobierno no nos imponga obstáculos burocráticos a la fabricación de bienes físicos. 

Esta será pronto la Revolución Industrial Regiomontana. Ya se verá. ¿Le entramos?

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