Samuel García o la fábrica de ilusiones
Por: Obed Campos
Todo buen político no solamente tiene que ser un encantador de serpientes y domador de leones, porque también debe de ser un excelente vendedor de ilusiones. Un excelente comerciante de espejitos y cuentas de vidrio, pues.
Esta no es la primera vez que el joven Samuel García, gobernador electo de Nuevo León, vende, exitosamente, una ilusión, lo cual no es un ningún pecado en los políticos: dijo, otra vez, pero ahora desde Laredo, Texas, que va a construir la fabulosa carretera La Gloria-Colombia, la cual conectaría el puerto aduana de Colombia, Nuevo León, con la autopista a Laredo, por lo pronto.
Hay que subrayar que Samuel no es el primer gobernador que promete ese imposible. Todos sus antecesores lo propusieron al llegar al cargo.
Como solución a la inseguridad que existe en las carreteras (la libre y la autopista) entre Monterrey y Nuevo Laredo, es que Samuel salió con esa promesa frente al alcalde de la ciudad de Laredo, Texas, Pete Saenz, en su reciente gira por allá.
“Yo puedo hablar por Nuevo León y puedo decir que nuestro estado está protegido. Podemos proteger la seguridad de todas nuestras zonas límites y es por eso que vemos más adelante, con la Carretera La Gloria–Colombia, para que todas las compañías y la gente de Nuevo León que va a Laredo, puedan ir sin cruzar Tamaulipas, con la protección de Fuerza Civil para llegar seguros a la frontera”, enfatizó Samuel García.
Pero aparte de que es una promesa vana y vieja, Samuel pecó de ingenuo por dos razones simples:
Primero: Los malos no piden permiso ni saben de límites territoriales, así que carretera nueva o no, el terror que imponen los delincuentes no se va a acabar nada más de un plumazo o con una promesa.
Segundo: ¿Ya sabe Samuel que los terrenos por lo que se planea construir esa nueva vía tienen poderos dueños, que, por sexenios, han impedido la expropiación?
Este segundo punto ahí se los dejo de tarea a los asesores del Sammy…
Por cierto, hoy Samuel se reúne con el presidente López Obrador. Veremos qué ilusiones le aprende.
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